Alfonso llegó cinco semanas antes de lo previsto, justo el día que se cumplía la semana 35 de embarazo, así que, aunque su peso fue de 3 kg, tuvo que pasar unos días en neonatos porque, según nos dijeron, es en esa semana cuando aprenden a regular la glucosa por lo que deberían controlarlo pinchándole (me duele solo recordarlo) después de cada toma.
Para poder hacerlo bien, necesitaban darle la leche medida por lo que o le dábamos fórmula o leche mía que me extraía en la sala de lactancia. Y tan tesoro es la leche materna que recuerdo que la primera vez que me saqué conseguí solo 3 ml de lo que llaman calostro (líquido previo a la subida de la leche, valiosísimo desde el punto de vista nutricional, que aumenta las defensas y es todo lo que necesita el bebé al nacer) y la enfermera se los dio después del bibe con una jeringuilla. Decía: “esto es oro y no se desperdicia ni una gota”.
Bueno, otro día escribiré sobre mi experiencia con el tema lactancia, pero hoy no. Con esto solo quería contar que, aunque luego conseguimos hacer lactancia exclusiva, los comienzos fueron de biberón y, sabiendo que algún día debería quitarle el pecho, no quisimos renunciar a que tomase un biberón de vez en cuando (de leche materna o fórmula) con el fin de que el temido destete no fuera tan duro.
Después de probar distintas tetinas (las diferentes que tenían en neonatos, la que compramos al salir del hospital, etc.) nos decantamos por la de Suavinex de 3 posiciones que también es anticólicos.
El problema vino luego, cuando empezó a tomar cereales y compramos el primer biberón con tetina especial para cereales. Quizá nosotros éramos los torpes: o no dábamos con la “receta” del cereal para que nos quedase perfecta (o demasiado líquida o demasiado sólida) o la tetina que teníamos para los cereales no se adaptaba (no era redonda sino de esas que imitan la forma del pezón durante el amamantamiento).
El tema es que el pobre Alfonso se nos atragantaba cuando nos quedaba líquida y se desesperaba cuando quedaba muy espesa y no le pasaba por el agujero. ¡Un desastre!
Hasta que en un arranque de desesperación fuimos al armario de bibes y cogimos una tetina de las que usábamos desde que nació: la de 3 posiciones de Suavinex… ¡y fue absolutamente perfecta!
Esta tetina, según para dónde la gires (tiene unas rayitas o puntos identificativos de cada posición) permite regular el paso del líquido. Si quieres que salga menos líquido la pones en la posición I y si quieres que salga mucho en la III. Con lo cual la puedes utilizar igual con un biberón normal de un bebé de un mes que con un biberón de cereales para un niño de dos años (sí, yo le sigo dando un super biberón por la mañana y no tengo intención por el momento de quitárselo).
Así que cuando una amiga me pide consejo de amiga madre para comprar una tetina le digo que yo volvería a repetir mil veces… ¿para qué le voy a comprar y acostumbrar a distintos tipos de tetina o incluso a tirar los bibes y tetinas (porque ya sabéis que no todo encaja con todo) para dar paso a otro modelo pudiendo usar el mismo tipo de tetina durante todo el tiempo que tome biberón?
Además están muy bien de precio y duran bastante. Se pueden encontrar en cualquier farmacia, El Corte Inglés, grandes superficies o, por supuesto, en Amazon por unos 6€ el pack de dos tetinas.
¡Ah! Otra cosa, lo de que las llamen “anticólico” es porque en la base lleva una válvula que evita el hipo y cólicos (siempre que se deban a la ingesta de aire en las tomas, claro).
Según cuentan en su web está avalada por la Sociedad Española de Odontopediatría.