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Las primeras papillas del bebé

Desde luego hay un montón de recetas para hacer la primera papilla del bebé pero seguro que unas recetas le gustan más que otras y las que somos madres lo sabemos bien, ¿verdad?

Hace unos días una gran amiga me contaba que había intentado darle la primera papilla al bebé y que el pobre se moría de asco cada vez que le daba una cucharada. Me preguntaba que si podía darle algún truco y, rápidamente, me puse a pensar en aquellos días en los que Alfonso empezaba a tomar sus purés.

Más que un truco, lo primero que me vino a la cabeza fue que lo que había que hacer era una papilla bien rica y sé bien lo que digo porque, a pesar de que me encanta cocinar, creo que el primer puré que yo le hice a Alfonso bien hubiese servido para alicatar azulejos del baño, porque aquello era un tremendo engrudo. Y lo hice, al igual que ella, siguiendo las recomendaciones “oficiales”, entre las que se encuentran hacer un puré tirando a sólido, imagino que para evitar problemas de atragantamiento (y con esto hay que tener mucho cuidado, sí).

Así que lo que le dije fue que si su enfermera le recomendaba un puré con poco líquido que se lo comiera ella, que seguro que le iba a encantar. Y es que me pongo en su lugar. Pasan seis meses tomando pecho o biberón y de repente, lo primero que les das es un semisólido intragable. Pues claro… ¡no le gusta!

Como os contaba, yo metí la pata con la primera papilla a la que quité prácticamente todo el agua de cocción (mal hecho, porque en ella también se encuentran vitaminas de las verduras) y el resultado no fue bueno. Pero la segunda me salté las indicaciones y utilicé el sentido común y le hice una papilla/puré ligero/crema (llámese como se prefiera) que le gustó muchísimo más.

Para hacerla, simplemente utilicé patata (no mucha cantidad porque da demasiada textura melosa y como que les resulta muy pastosa), puerro (un poquito porque es fuerte pero nunca se lo he quitado de la mezcla, aunque sé que muchas madres solo lo ponen para dar sabor y luego lo quitan), zanahoria (de esto sí bastante porque es dulcita) y por último, un poquito de pollo pero no añadido a la cocción, sino que pasado un poquito por la sartén con un pelín de aceite de oliva y sumado luego a las verduras y el agua de cocción en el vaso de la batidora.

Obviamente no hay una cantidad exacta de agua que se pueda añadir, todo depende de la textura de las verduras pero lo que busqué fue que quedase una cremita ligera que le resultara agradable.

A partir de aquí, recetas… ¡mil!

A nosotros hasta los 9 meses no nos dejaron darle pescado, pero una vez hechos los primeros purés y comprobado que no había alergias, enseguida nos pasamos a hacerle otros platos como patatas guisadas (en trocitos pequeños) con merluza y bastante caldito. Luego se lo aplastábamos con el tenedor y le gustaba mil veces más que una papilla. Con esto quiero decir que, en mi opinión y con mi propia experiencia, no me limité a darle todo purés sino que hay un montón de platos que, ayudados de salsa, se pueden aplastar con el tenedor y les gustan mucho más que un puré: patatas guisadas, albóndigas (siempre y cuando no nos queden como balines), pudding de pescado… Todo es cuestión de echarle imaginación (y de que te guste un poco cocinar, claro)

 

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